En 1936 sucedió algo que deja bien claro que por mucho que se aumente el tamaño de una muestra, no se consigue el objetivo deseado si no presta atención también a garantizar su representatividad.
Se celebraban en EE.UU. las elecciones presidenciales y se hicieron dos sondeos relevantes:
- El de Fortune, con una mínima muestra de 4.500 entrevistas predijo la victoria de Roosevelt.
- El de Litterary Digest, con una exagerada muestra de 2.300.000 entrevista, predijo el triunfo de Landon.
Y ganó Roosevelt.
Además, Litterary Digest había pronosticado que Roosevelt conseguiría un 40,9% de los votos. Y obtuvo el 60,7%.
¡¡ Una diferencia de 20 puntos porcentuales !!
¿Dónde estuvo el error?
En no pensar en la representatividad. Para obtener esas dos millones trescientas mil encuestas, Litterary Digest envió más de diez millones de cuestionarios a los titulares de guías de teléfono y listas de propietarios de automóviles. No tuvieron en cuenta que en 1936 el teléfono y el automóvil tenían una mínima presencia en los hogares obreros, con el consiguiente sesgo de la muestra.
(Enlace recomendado: www.aedemo.es)
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